sábado, 21 de marzo de 2009

Tiempo mágico


Conté mis años y descubrí
que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante
que el que he vivido hasta ahora.


Me siento como aquella joven que ganó una caja de dátiles;
los primeros los comió con displicencia pero,
cuando percibió que quedaban pocos,
comenzó a roer hasta el carozo.


Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.


No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.

No tolero a personas que se valen de artificios
y manejos para conseguir lo que desean.


Me molestan los envidiosos que tratan de desacreditar
a los más capaces para apropiarse de sus puestos, talentos y logros.


Ya no tengo tiempo para proyectos megalomaníacos.
No participaré de conferencias
que establecen plazos fijos para erradicar la miseria en el mundo.


No quiero que me inviten a eventos de un fin de semana
donde se pretende solucionar los problemas del milenio.


Ya no tengo tiempo para reuniones interminables
donde se discuten estatutos, normas, procedimientos
y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.


Ya no tengo tiempo para soportar
malcriadeces de personas que, a pesar de su edad, son inmaduras.


No quiero ver las agujas del reloj avanzando
en reuniones de "confrontación",
donde “ponemos todos los hechos sobre la mesa".


Detesto ser testigo de las flaquezas que afloran en la lucha
por el majestuoso cargo de (por ejemplo): “Secretario General”.


Recuerdo ahora a Mario de Andrade (*), que afirmó:
“las personas no discuten contenidos, apenas los títulos".

Mi tiempo es escaso como para discutir títulos;
quiero la esencia, mi alma tiene prisa...


Sin muchos dátiles en la caja,
quiero vivir al lado de gente humana, muy humana;

sepa reír de sus errores,
que no se envanezca con sus triunfos,
que no se considere electa antes de tiempo,
que no huya de sus responsabilidades,

que defienda la dignidad de los marginados
y que desee tan sólo andar al lado de Dios.


Caminar junto a asuntos importantes y personas sinceras.


Disfrutar de afectos absolutamente sin fraudes,
nunca será pérdida de tiempo.


Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas.

Gente a los que los golpes duros de la vida,
los haya enseñado a crecer con toques suaves en el alma.


Sí….
Tengo prisa … por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar
ni un poquito de los dátiles que me quedan…..

Estoy segura que serán más exquisitos
que los que hasta ahora he comido.


Mi meta es llegar al final satisfecha y en paz

con Dios y conmigo misma.


(No sé quién lo escribió
pero me hubiera encantado haberlo escrito
y por eso, lo firmo y lo comparto)


(*) Nota. Mario de Andrade (Sao Paulo, 1893-1945)
Poeta, investigador y crítico brasileño,
destacada figura del modernismo en su país
por su actividad innovadora y experimental.
Propuso la autonomía completa del movimiento.